Semblaza de Pablo Neruda
Su
verdadero nombre es Ricardo Eliecer Neftalí
Reyes Basoalto pero decidió poner en todos sus poemas Pablo Neruda.
A él le gusta mucho el color verde y escribía todo con color verde porque creía
que era el color de la esperanza.
Cuando murió, su casa de la Chascona
había sido saqueada por la dictadora, porque Urrutia insistió que la ceremonia
se llevara a cabo ahí para que el mundo fuera testigo de lo que pensaba en Chile. Prohibieron que el funeral fuera un acto público pero muchos chilenos
salieron a la calle gritando:
—Camarada Pablo Neruda.
— ¡Presente!
—Compañero Salvador Allende.
— ¡Presente!
Luego, esa misma voz que gritaba terminó con un:
— ¡Ahora y siempre!
Nació en 1904 en Chile. Comenzó
muy pronto a escribir poesía. En 1921 publicó “La canción de la fiesta”, su primer
poema, con el seudónimo de Pablo Neruda, en homenaje al poeta checo Jan Neruda,
nombre que mantuvo a partir de entonces y que legalizó en 1946.
En 1939 ingreso en el partido comunista. En 1971 fue reconocido en
el que se le dio el Premio Nobel.
Falleció en Santiago de Chile en 1973.
“El Jardín de Invierno”
Un año
después de su muerte fue publicado este poemario de Neruda, a modo de
testamento póstumo de su poética experiencia terrenal, de su eterna lucha para
cambiar el mundo donde le tocó vivir, de su esperanza convertida en raíz de
desesperación, en humo.
Cuando llegó a mis manos pensé que alguien debía haberse equivocado al imprimirlo, porque aquel no era el estilo de Neruda. El Neruda que yo conocía era un vigoroso y entusiasta poeta social. Neruda ha sido todo un símbolo para una generación, un modelo a seguir, un camino para salir de la situación de neocolonialismo en América Latina.
El
Neruda que yo estaba acostumbrada a leer es un revolucionario cuya arma es la
poesía, alguien que intenta llegar al corazón del lector a través del
sentimiento para invitarle a levantarse contra las injusticias sociales, un
poeta que levantó su voz contra el "imperialismo yanqui" utilizando
un estilo realista pero estético para que sus metáforas pudieran calar en el
gran público y no sólo en las minorías selectas.
El Neruda que yo conocía era un hombre comprometido con su tiempo y con los suyos, un luchador incansable.
El Neruda que yo conocía era un hombre comprometido con su tiempo y con los suyos, un luchador incansable.
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